José Fernando Madrid Merlano es un nombre desconocido incluso para algunos que se autodenominan melómanos consagrados. Si mencionamos a Joe Madrid, quizás entendamos de quién se trata, pero aun así continúa siendo un artista prácticamente cubierto por el ingrato manto del anonimato. Este es el precio que suelen pagar los genios que concentraron gran parte de su vida artística fuera de su terruño y que se atrevieron a traspasar las fronteras en busca de grandes cosas.
Desde el año pasado, cuando me di a la tarea de indagar, conseguir sus discos y escuchar juiciosamente el trabajo del talentoso pianista cartagenero, empecé a comprender el inmenso valor de su legado artístico y la importancia que históricamente representa en el desarrollo de la música tropical, la salsa y el jazz en nuestro país. Confieso que a Joe Madrid lo descubrí hace unos pocos años, quizás seis o siete, cuando disfruté por primera vez “El juicio” de un CD quemado que me habían regalado. La canción me gustó. Sin ser espectacular, me pareció un número bien arreglado, con una instrumentación y efectos sonoros interesantes que lograban alejarla bastante de la famosa versión que popularizara Cuco Valoy. Pero no sabía de la existencia de este gran maestro.
Lo que tampoco sabía era que las notas mágicas que salían de sus manos las había escuchado antes en sus participaciones con varias orquesta de salsa radicadas en Nueva York. Una de ellas es el espléndido solo de piano que realiza en la canción “Sol de mi vida”, de Ángel Canales. Esta magistral ejecución ratificaba el porqué nuestro crédito se había convertido en uno de los pianistas más cotizados en la gran manzana, al punto de haber hecho parte de la nómina de leyendas como Andy Harlow, Mongo Santamaría, Ray Barretto y Chico Orefiche, como pianista, arreglista y/o compositor. Su nombre se consolidó en el inmejorable momento en que el sello Fania era amo y señor del género de la música latina, un monopolio en el que sólo había lugar para los mejores. Es de los pocos artistas que trasegó las vertientes tropical, salsera y jazzística con el mismo éxito. Lo anterior, gracias a haber trabajado en sus comienzos junto a leyendas como Lucho Bermúdez, Pacho Galán y Ramón Ropain, lo que le permitió empezar a crear fusiones entre esos tres ritmos, y a forjar un estilo que conservó hasta el final de su carrera.
Previo a la consagración, sus precoces pasos de gigante presagiaban que no tendría problema para alcanzar el estrellato. El primer álbum registrado en su biografía lo realizó con la orquesta Cumbia Colombia del maestro Chucho Fernández, en 1965. Tengo la fortuna de tener este disco al que considero uno de los consentidos de mi colección. La producción es netamente de música tropical colombiana pero Joe Madrid, con apenas 19 años en su debut discográfico, logró hacer unos arreglos innovadores, altamente vanguardistas para un género musical en el que imperaba la celosa tradición folclórica y en el que pocos se atrevían a explorar sonoridades y ritmos diferentes. Madrid lo hizo, y sin mayores dificultades contribuyó a la creación de un producto que mezclaba música costeña con sonidos foráneos sin que se perdiera la esencia propia del litoral. Este fue su primer gran aporte a la música tropical y al movimiento jazzístico que más delante empezaría a tomar fuerza en un país que como Colombia, sólo promovía la música popular tradicional. Un año más tarde, en 1966, fue llamado por el cubano Chico Orefiche (exdirector de la Havana Cuban Boys) para que hiciera parte del equipo de producción del álbum Latin Underground, prensado en Miami por el sello GEMA. De esta orquesta hacían parte el bongosero “Manteca” y el cantante Willy Chirino. Madrid interpretó el piano y compuso los números Penthouse, Chicocha y Rosa.
Una vez radicado en Estados Unidos, por allá en el 72, y precedido por su excelente reputación, el trabajo no tardó en llegar. Ese año el flautista, saxofonista, compositor, arreglista y director neoyorquino Andy Harlow, hermano menor del judío maravilloso, lo incorpora en el equipo de trabajo del álbum “Sorpresa la flauta” (Vaya Records), su ópera prima. La canción “La Lotería” se convirtió en todo un hit y el disco afianzó aún más la sólida carrera del panista colombiano; En 1973 graba el piano de la producción “Fuego”, de Mongo Santamaría. “Springtime”, “Bésame”, y “Don´t step on my tears”, dan cuenta de su virtuosismo; el 24 de agosto de 1973 ejecuta el piano con la orquesta de Mongo Santamaría en un apoteósico concierto donde alterna con la Fania All Stars, el Gran Combo y la Típica 73, el cual fue grabado bajo el título “Live at Yankee Stadium” (Vaya Records); En 1974 vuelve a hacer parte de la orquesta de Andy Harlow en su segunda producción titulada “La música brava” (Vaya Records). Esta vez comparte el piano con Edy Martínez y arregla los temas “La Música Brava”, “La Mujer Cocinera”, “Dinora” y “Yo Soy Guajiro”; en 1975 compone la nómina de la producción “Sabor” de Ángel Canales. Aunque en los créditos sólo aparece el nombre de Edy Martínez como arreglista, se asegura que Madrid reescribió varios de estos. El álbum es considerado el más exitoso del cantante neoyorquino y dejó clásicos como “Lejos de ti”, “Hace tiempo” y “Sol de mi vida”, donde interpreta un solo de piano demencial; el mismo año conforma el equipo de músicos que produce el disco “El campesino” (Vaya Records), de Andy Harlow. Arregla “Para usted”, “Ritmo de azúcar” y además compone y arregla “La cumbiamba” y “Mi mujer”, este último escrito a cuatro manos con Rubén Blades; en 1975 colabora con la orquesta del legendario conguero neoyorquino Ray Barretto en el álbum “Barretto” (Fania Records), del cual arregla la canción “Canto abacúa”; en 1976 vuelve a trabajar con Mongo Santamaría, esta vez en el LP “Ubané” (Vaya Records), con Justo Betancourt como vocalista. Hace coros, interpreta el piano en los números “Ubané” y “Vengan pollos”, arregla “Cantándole al amor”, compone y arregla “Cumbia típica”.
Su retorno a Colombia no detuvo su fructífera carrera artística. Como dato curioso, y a propósito del reciente fallecimiento del querido Fernando González Pacheco, el maestro Madrid trabajó como director musical de las orquestas de los concursos televisivos Compre la orquesta y Caiga en la nota, donde fue bautizado por el recordado presentador como “el príncipe de Anapoima”. Se estrenó como solista produciendo y dirigiendo el álbum “Llegó la salsa” (1976), aportando 8 composiciones de los 9 números del disco. Destaco “Cali” y “Mohinque”; en 1977 lanza “Pasadísimo”, con la voz de Jairo Licazale, percusión de Willie Salcedo y el peruano Augusto Villanueva, recientemente fallecido. Es el disco de “El juicio”, “Bala de cañón”, y “El rey de la conga”; en 1978 salen al mercado dos producciones: “La moña” y “Un viejo amigo”. En el primero conserva casi la totalidad de músicos que lo acompañaron en sus anteriores LP, incluyendo a Licazale. Son recordados “Agua que va a caer” y “Mango del monte”. En el segundo, junto a su entrañable amigo el buen flautista boricua Néstor Torres, interpretan todos los instrumentos (Joe piano, bajo, violines y Néstor timbal, conga, bongó y flauta) y arreglan los números de forma conjunta. De esta pasta hacen parte “Bombón de chocolate”, “Tumbao guajiro” y “Tiene manteca”, cover del clásico de Gillespie. Todos estos álbumes fueron prensados por Polydor.
Aunque no aparece en los créditos, existe casi la certeza de que Madrid interpretó el piano en el álbum “Colombia en charanga” (Codiscos Zeida, 1978), de Néstor Torres, memorable trabajo que contiene una antología del cancionero folclórico del trópico colombiano a la que se incorporan ingredientes afrocubanos. Se destacan los temas “Entre palmeras” y “Las pilanderas”.
En Colombia participó en la producción de varias bandas, ya fuera como arreglista, compositor, pianista o productor. En el álbum Bomba 77, de la orquesta Tropibomba de Víctor Pinto Arriola (Polydor, 1978), fue productor, pianista y arreglista. Se destaca “Merecumbé”, corte 3 del lado A, que da cuenta de su inconfundible estilo. Otro álbum que curiosamente no es tenido en cuenta en algunas biografías y discografías del cartagenero es el LP “Que ya llega el carnaval” (Polydor, 1979), del paisa adoptado por Barranquilla Gabriel Rondón, considerado uno de los más grandes guitarristas nacidos en Colombia.
Otras participaciones suyas fueron con el Combo Caliche, álbum “Canta Freddy Cruz” (Polydor, 1977), convertido en disco de culto por los coleccionistas, donde está incluido “Soneros de Cuba”. Madrid compone las canciones “Combo Caliche” y “Al fin te encontré”, éste, junto con Agustín Merlano; en el álbum “Cereza dulce”, de Hugo Vásquez (1979), aporta los arreglos del tema “Pajarillo”; en 1981 arregla el tema “Dolphin”, del LP “El diferente”, de Ángel Canales; en 1983 hizo la orquestación y arreglos del álbum Vallenatos de Escalona, que evoca los clásicos del legendario compositor vallenato respetando sus melodías originales. Finalmente, en el 2000, lanzó al mercado el álbum doble en cd titulado “Sus éxitos”, que compila lo mejor que hizo en Colombia como solista.
Madrid fue el responsable de que se reunieran nuestras luminarias de la salsa y música caribeña en un mismo escenario, en una misma orquesta. La banda se denominó Colombia All Stars y estuvo conformada por la crema y nata del momento: Madrid en el piano y dirección musical; Willie Salcedo en las congas; Augusto Villanueva en el bongó; John “Saxon” Gaviria y Adolfo Castro en las trompetas; Gustavo García “Pantera”, y “Tripa Seca” en los trombones; Luis Ernesto Estrada “Fruko”, en el bajo; Germán Chavarriaga en los timbales; Joe Arroyo, Píper Pimienta, Wilson Saoko, Jairo Licazale y Juan Piña en las voces. Lastimosamente la agrupación no grabó ningún LP y sólo quedó para el recuerdo una presentación en El Show de Jimmy.
Lo anterior no es más que una breve semblanza que resume lo más importante que hizo el maestro Madrid en cuanto a ritmos tropicales y salsa. Cuando estuvo en Estados Unidos, dedicó gran parte de su carrera al jazz, el género de sus afectos que le dio la oportunidad de compartir escenario con artistas como Tito Puente, Eddie Palmieri, Alfredo “Chocolate” Armenteros, Ray Connif, Aretha Franklin, James Brown y Dizzy Gillespie, y dictar cátedra universitaria en reconocidas universidades estadounidenses. El jazz lo llevó a trabajar a Miami, Dallas, California, Nueva York, Bahamas y Mexico. En uno de los viajes del maestro Puente a Bogotá, fue invitado a tocar el piano con la banda del inmortal timbalero en Espectaculares JES, donde reconoció la grandeza del pianista colombiano como salsero y jazzista.
En Colombia se abanderó del movimiento jazzístico en compañía de los grandes del género en el país como Justo Almario, Héctor Martiñón y Antonio “Toño” Arnedo. Aunque no grabó álbumes de jazz, trabajó para que surgieran academias y facultades en prestigiosas universidades, casas disqueras y se consolidaran festivales como Jazz al Parque y BarranquiJazz. La Colombia musical le debe mucho a este magnífico pianista, pero es muy poco lo que se ha hecho para honrar su memoria. Quizá una que otra tímida semblanza en la web, un pequeño artículo refundido en un diario, una que otra referencia en algún festival de jazz. Eso ha sido todo.
José Fernando Madrid Merlano murió un 24 de diciembre de 2005 en Bogotá. Un enfisema pulmonar detuvo su corazón cuando apenas había cumplido 60 años y tenía mucho por hacer. En cambio, Joe Madrid sigue viviendo en el gusto y la memoria de quienes lo admiramos a pesar de nunca haberlo conocido.